jueves, 22 de agosto de 2019

Hace 42 años, partieron las Viajero (Voyager) 1 y 2 rumbo al infinito y más allá

El 20 de agosto de 1977, a las 11.29hs argentina (14.29hs Tiempo Universal) partió la sonda espacial Viajero 2 y el 5 de septiembre del mismo año, su gemela, la Viajero 1, ambas del JPL-NASA, con destino a observar dos planetas: Júpiter y Saturno, pero los planes cambiaron.
                                                                                                                             
Luego de cumplir su misión, pasando por las cercanías de Júpiter y Saturno, desde donde lograron estudiar y fotografiar a los dos planetas y varias de sus lunas, descubriendo varias además, consiguiendo valiosa información (sobre todo de Titán, que era uno de los puntos de mayor interés), se decidió aprovechar el que por esos años, los otros dos planetas gigantes gaseosos estarían “alineados” de modo que Urano y Neptuno podrían ser visitados por la Viajero 2  sin mayor gasto de combustible y energía, algo medianamente previsto, (hasta la fecha ninguna otra sonda espacial se ha acercado a estos dos planetas) pero el viaje continuó para ambas, mucho más allá de lo jamás imaginado, solo quizás, en las historias de ciencia ficción.
Captura de pantalla de la página oficial del JPL-Voyager)

Así fue como las sondas se distribuyeron, yendo una hacia arriba (V1) del plano del sistema solar y la otra hacia abajo (V2).

(Captura de pantalla de la página oficial del JPL-Voyager)

Y continuaron su viaje, llevadas por la inercia (no requieren de combustible para impulsarse, salvo en caso de querer modificar la trayectoria) tan lejos como a alcanzar, la Viajero 1, el 25 de agosto de 2012 la heliopausa e introducirse en el medio interestelar, continuando su viaje, es decir, ese lugar en el espacio, en que deja de predominar el viento solar y aumenta la radiación y materia interestelar, mientras que la Viajero 2, lo alcanzó el 5 de noviembre de 2018.
Algunos lo califican como “salir del sistema solar”.

Esto las transforma sin lugar a dudas, en los objetos construidos por el ser humano que más lejos han llegado… y continúan viaje.

Fotocomposición de Saturno y algunas de sus lunas

¿Qué tan lejos es eso?
Podemos decirlo de diversos modos intentando, y solo intentando, dar una idea.
Digamos que la Viajero 1, que es hasta la fecha el objeto construido por el ser humano que más lejos se encuentra, está a casi 147 Unidades Astronómicas, (una UA es igual a la distancia promedio existente entre la Tierra y el sol, esto es –redondeando- 150 millones de kilómetros) por lo que para “visualizarlo” podemos tomar dos objetos cualesquiera, de modo que uno represente al sol y el otro la Tierra, colocándolos a la distancia que más nos guste.
Medir esa distancia y multiplicarla por 147 a partir del “sol”, colocando allí a nuestra “sonda Viajero”.
¿Lejos verdad?

También podemos decir que se encuentra a 20 horas y media luz, lo que significa que si se le envía un comando o ella envía información científica, viajando la señal a 300 mil km/s, (lo más veloz en el Universo) demora casi un día ese recorrido de ida o vuelta.

Actualmente viajando a unos 61.200 km/h, en el caso de Viajero 1 y algo más de 55 mil km/h la Viajero 2, podemos soñar y pensar en ellas, imaginando que las vemos alejarse cuando miremos al cielo en dirección a la constelación de Ofiuco, el serpentario, a la V1, mientras que la V2 está en dirección al Pavo, en el hemisferio sur celeste y aunque no llevan un destino definido, se sabe que V2 en unos 42.000 años, pasará a casi dos años-luz de la estrella Ross 248 (dentro de los límites de la constelación de Andrómeda) mientras que la V1 en 40.000 pasará a 1,7 años-luz de la estrella AC+79 3888, ubicada en dirección a la constelación de la Osa Menor.

Ambas sondas mantienen instrumentos en funcionamiento, aunque varios fueron apagados, justamente, para ahorrar energía (nuclear) y poder comunicarse y obtener información de ellas sobre el medio que las rodea, tanto como sea posible.

Actualmente se estima que podrían funcionar hasta el 2025, mientras tanto, periódicamente se mantiene contacto con ellas mediante las antenas de “la red de espacio profundo” de la NASA, las destinadas a comunicarse con todas las sondas espaciales que deambulan por el sistema solar.

No es difícil imaginar que a lo largo de 42 años, estas sondas reúnen historias, información, descripciones, anécdotas y demás, pero serían tan extenso esto, que habría que escribir un libro, aunque entre todo ello, quizás lo más simbólico y popularmente conocido, sea el disco que lleva cada una de ellas, llamado “sonidos de la Tierra”,  en el que además de información científica y coordenadas para ubicar el lugar de origen, lleva una selección de material bajo la dirección del recordado Carl Sagan, entre lo que cuentan 115 fotos de diversas culturas; saludos en 55 idiomas; sonidos naturales como olas, tormentas, pájaros y ballenas, entre otros muchos, y una ecléctica selección de fragmentos musicales.

Disco bañado en oro que llevan las sondas, llamado "Los sonidos de la Tierra"

Las sondas, se convierten de este modo, en embajadores del planeta Tierra ante hipotéticos seres que pudieron encontrarla.

Esto es simplemente un recordatorio, para que no olvidemos que allí, lejos, muy lejos de nuestro hogar-planeta Tierra, hay dos pequeños testimonios de nuestra propia existencia adentrándose en lo más profundo del espacio, quién sabe hasta dónde, quién sabe hasta cuando…


Fotos: JPL-NASA y capturas de pantalla del sitio JPL-Voyager