martes, 19 de marzo de 2019

23 de marzo de 2001: adiós a la Mir y mis recuerdos

Por Claudia C. Pérez Ferrer

Un nuevo aniversario del reingreso a la atmósfera para su destrucción de la estación espacial, por entonces soviética, Mir, aquella que diera por igual satisfacciones y dolores de cabeza. Funcionó por 13 años, aunque fue ideada para sólo 5, comenzándose su armado en el espacio en 1986, tarea finalizada en 1996, pesando en total unas 20 toneladas. Por allí pasaron 104 astronautas de 12 nacionalidades, y desde ya, los astronautas rusos batieron algunos récords de permanencia en el espacio.


En la Mir se concretaron observaciones y experimentos científicos, hasta que en febrero de 1997 sufrió un incendio, lo que la dejó maltrecha y comenzó de allí en más a sufrir una serie de fallos, -hasta un “choque” de un carguero Progres con la Mir que provocó una serie de daños que iban encadenándose en algo que parecía no tener fin- lo que sumado a la caída del régimen soviético y reorganización de presupuestos (ya se ponía en marcha la nueva Estación Espacial Internacional y Rusia debía cumplir con lo acordado) llevaron a su final.

Y el final se anunció
Muchos aficionados veíamos sus últimos pasos, cruzando el cielo marplatense y lo compartíamos, por aquel entonces, desde el parque del Museo Municipal de Ciencias, que era nuestra sede, y al finalizar las funciones de planetario o actividades del día, invitábamos a los presentes a ver “la Mir que pronto dejará de estar en el espacio, por lo que al mirarla piensen que ya son pocas las oportunidades de verla”.

Además, les explicábamos qué era y se había realizado allí, así como la fecha establecida para su reingreso “porque sería noticia y todos recordarían haberla visto pasar”.


Que la zona elegida era –como casi siempre- el océano Pacífico, por ser la mayor extensión de agua y menos habitada, por lo que se corrían menos riesgos, en caso de que algo saliese mal.

Y ese día llegó.
Recuerdo como si fuese hoy, que aquel viernes 23 de marzo de 2001, ya que en aquella época, teníamos un micro semana radial gracias a la generosidad de la Sra. Perla Carlino (LU6, Atlántica) que iba los días jueves pasada la medianoche y que contaba con audiencia, además de la ciudad, muchos lugares del resto de la provincia de Bs As y del país, así como Uruguay.
Lo sabemos porque algunas veces nos encontrábamos en la radio con personas de estos lugares que nos “reclamaban” por no haber visto la “lluvia de meteoros” o algún evento que anunciamos.

El micro iba los días jueves pasada la medianoche, pero ante el anuncio de lo que ocurriría con la Mir, Perla (como todo el mundo afectuosamente la conoce) nos invitó a ir directamente esa noche para estar allí y contar lo que ocurriese con la “caída de la Mir”. Nosotros fuimos y estuvimos contando con emoción las últimas novedades de la ya, por supuesto, deshabitada estación espacial, el horario previsto y zona aproximada que estimaban para la caída.


Entorno los ojos y en un viaje en el tiempo la veo a la querida Perla, quién miraba la pantalla de la computadora (tengan presente que esto ocurrió hace 18 años…) buscando en los portales de noticias del mundo las últimas novedades mientras mirando el reloj, nosotros especulábamos frente al micrófono que ya habría caído y el lugar del hecho, de acuerdo a lo anunciado.

Hasta que ella con emoción, nos dijo aproximadamente a las 02.32hs (argentina)
- ¡Ya está! ¡Ya cayó! Parece que fue cerca de las islas Fiji. No saben seguro si algunos la vieron caer…
Miré de inmediato la hora y sentí que todo aquello era parte de la historia. No quería olvidar nada. Sensaciones raras me invadieron.
Alegría de que todo saliera bien, tristeza por el final de la misión y la nostalgia de ya no tenerla para compartir su observación con la gente…

Un largo viaje de regreso a casa e irme a dormir ya de madrugada, pero con ese extraño agridulce sabor en la boca, en la mente. Por todo esto, la estación espacial rusa Mir, ocupa un lugar especial en mí y llega con recuerdos muy vívidos cada mes de marzo, en el aniversario de su caída.

lunes, 18 de marzo de 2019

Equinoccios de aquí y de allá


Muchos ya están hablando de la llegada del otoño (para el hemisferio Sur), y aunque es gracioso ver el modo en que se habla de ello, como si de un día para el otro cambiasen las temperaturas de igual modo que cuando ajustamos el acondicionador de aire, lo cierto es que este miércoles 20, a las 18.58hs argentina (21.58hs Tiempo Universal) se producirá el equinoccio de marzo, momento en que el Sol, ilumina por igual a ambos hemisferios.

Ese día, el Sol se encontrará justo sobre el ecuador terrestre, haciendo que, al iluminar por igual a los dos hemisferios, el día y la noche tengan similar duración y el Sol, salga y se ponga por los exactos puntos cardinales Este y Oeste, respectivamente.

A partir de este día, podrá notarse como las salidas y puestas de Sol, se desplazan hacia el Norte, lo que provoca que en el cielo del hemisferio sur, el Sol dibuje un arco cada vez más bajo y breve, por lo que se acortan los días en el hemisferio Sur.
Esto es lo que lleva a que paulatinamente, bajen las temperaturas, al haber menos horas de Sol y sus rayos nos lleguen en forma sesgada.
Todo lo dicho se da a la inversa en el hemisferio Norte, ya que allí comienza la primavera.

Como siempre, comentamos qué ocurre en los polos.
Bien, allí dentro del Círculo Polar, el Sol será visible en ambos polos, para comenzar lentamente a bajar sobre el horizonte en la Antártida hasta desaparecer, para paulatinamente dar comienzo a la “larga noche de invierno”, mientras que en el Ártico irá subiendo para iniciar el “largo día de verano”.

Sabemos que todo esto ocurre por la inclinación de 23° y fracción, del eje de rotación de la Tierra, lo que hace que al irse trasladando la Tierra alrededor del Sol, éste incida de diferente modo en un hemisferio u otros, o como ocurre en este momento, lo haga por igual en ambos.

Pero los cambios de estación ocurren en todos los planetas, dependiendo en cada caso, de la inclinación propia de su eje de rotación y tamaño de su órbita.

Justamente y a modo comparativo, la ESA, Agencia Espacial Europea, publica una fotografía de Saturno, tomada en el día de su último equinoccio.

Es que como una órbita completa al Sol a Saturno le demanda casi 30 años terrestres, de modo que tiene un equinoccio cada 15 años.



La bellísima fotografía fue tomada por la sonda espacial Cassini, (ESA-NASA) el 12 de agosto de 2009, día de su equinoccio, lo que permite ver, al estar el Sol iluminando justo sobre su ecuador, una espectacular imagen de sus anillos, ya que estamos habituados a verlos iluminados por abajo o arriba de su plano, lo que a su vez, hace que la sombra de los anillo se proyecte como una sola línea.

Además, esto hace que los anillos se vean más oscuros y resalte cualquier cosa que sobresalga del plano general de los anillos, además de generar un juego de luces y sombras interno.
Esto permitió a la Cassini, descubrir durante el equinoccio de Saturno, nuevas lunas menores y ondulaciones de los anillos.

La imagen fue “rearmada” a partir de 75 fotografías tomadas en 8 hs, por la sonda Cassini, a unos 20° por arriba del plano de los anillos, desde una distancia de 847.000 km.

El próximo equinoccio de Saturno, será el 6 de mayo de 2025, pero en la Tierra no debemos esperar tanto, el próximo ya sabemos que será el 23 de septiembre, pero falta para ello. Antes pasaremos por el solsticio de junio.

Fotos: (Saturno) NASA/JPL/Space Science Institute ; (Tierra, 20-3-2011) Robert Simmon, con datos ©2010 EUMETSAT (Satélite meteorológico geoestacionario)

domingo, 10 de marzo de 2019

Galaxias y nebulosas desde Balcarce, Argentina

Actualizado al 13/03/2019
Por Eduardo Horacek (Achernar)
Fotografías realizadas en la ultima jornada de observación Achernar.

Galaxia Centaurus A (NGC 5128 - C77- Arp153)
Con un tamaño aparente de unos 26x20 minutos de arco y una magnitud visual de 6,9, NGC 5128/Centaurus A es la 5ta galaxia más brillante del cielo, inmediatamente después de los miembros del Grupo Local M31 (Andrómeda), M33 (galaxia del Triángulo) y las Nubes Mayor y Menor de Magallanes.
Tanto su notable apariencia óptica como su gigantesca fuente de radio asociada han hecho que NGC 5128 sea una de las galaxias mas extensamente estudiadas del hemisferio austral.
Fue descubierta por el astrónomo escocés James Dunlop el 29 de abril de 1826 desde el Observatorio de Parramatta en Nueva Gales del Sur, Australia. Se la puede localizar a unos 4º30´ al NE del cúmulo globular Omega Centauri.

NGC 5128 puede describirse como una galaxia de morfología peculiar. En la fotografía se ve como una galaxia lenticular o elíptica con una banda de polvo superpuesta. Esta forma peculiar fue observada por primera vez por John Herschel en 1847, y la galaxia fue incluida en 1966 en el Atlas de Galaxias Peculiares de Halton Arp (Arp 153) como uno de los mejores ejemplos de galaxia “perturbada” con absorción de polvo. Esta extraña morfología se acepta que es el resultado de la fusión entre dos galaxias.
El bulbo de esta galaxia esta compuesto principalmente por estrellas rojas evolucionadas, mientras que el disco de polvo ha sido el lugar de una reciente formación estelar y más de 100 regiones de estrellas recientemente formadas se han identificado en el disco.

Este inusitado “estallido o ráfaga” en la tasa de formación estelar es una característica de este tipo de galaxia (Starburst Galaxies) y, los modelos para Centaurus A, sugieren que fue provocado por la colisión y posterior fusión de una galaxia elíptica grande con una galaxia espiral pequeña. Solo por comparar, la tasa de formación estelar de la Vía Láctea es de unas 3 masas solares por año, en tanto que las galaxias “starburst” pueden experimentar tasas de formación 100 veces mayores.
Se han detectado 2 supernovas: SN1986G (SN Tipo Ia en la banda de polvo) y SN2016adj (SN Tipo IIb).
NGC 5128/Centaurus A es una de las radio galaxias mas cercanas a la Tierra por lo que su núcleo galáctico activo ha sido muy estudiado. El centro de la galaxia contiene un agujero negro supermasivo con una masa equivalente a 55 millones de masas solares, el cual expulsa “chorros relativistas” responsables de las emisiones en las longitudes de onda de rayos X y radio.
El tamaño real de la galaxia es de unos 60000 años luz y su distancia se estima en 12 millones de años luz.


Datos de captura
Fecha y Hora de disparo: 10/02/2019; 02:53:39 ARG
Tiempo de exposición: 90 seg
Velocidad ISO: 3200
Técnica Foco Primario sobre Telescopio Reflector SW 200/1000 NEQ 5

Cúmulo Omega Centauri (ω Cen - NGC 5139 - C80)
Omega Centauri es un cúmulo globular en la constelación del Centauro considerado el más espectacular de todo el firmamento y el más masivo de nuestra galaxia. Contiene más de 10 millones de estrellas y se le estima una masa total de 4 millones de masas solares. Se cree que posiblemente sea el remanente del núcleo de una galaxia elíptica capturada por la Vía Láctea; el descubrimiento de un agujero negro en su centro, de unas 40000 masas solares, apoya esta teoría. Para localizarlo debemos mirar hacia el centro de la constelación Centauro, al nordeste de la Cruz del Sur, continuando la línea imaginaria que une las estrellas Hadar y ε Cen.



Desde cielos sin contaminación lumínica se lo puede distinguir a simple vista y, con binoculares y telescopios de aperturas pequeñas, se podrá comprobar su forma achatada. La vista con telescopios de aperturas mayores y mayor poder de magnificación podrá resolverlo en estrellas regalando una imagen inolvidable y fantástica.
En el año 1826 James Dunlop es el primero en resolverlo en estrellas y reconocerlo como cúmulo globular aunque, anteriormente, fueron muchos los que lo observaron, desde Ptolomeo, pasando por Bayer y Halley, hasta Nicolás Louis de Lacaille.

Su diámetro real es de 160 años luz  y su diámetro aparente de 36 minutos de arco con una magnitud visual de 3,7. Dista de la Tierra unos 16400 años luz, lo que significa que la luz captada en la fotografía partió del cúmulo cuando nuestros antepasados pintaban las cuevas de Altamira durante el Paleolítico superior.    

Datos de captura
Fecha y Hora de disparo: 10/02/2019; 01:02:11 ARG
Tiempo de exposición: 60 seg
Velocidad ISO: 3200
Técnica Foco Primario sobre Telescopio Reflector SW 200/1000 NEQ 5


Datos de captura
Cúmulo Abierto NGC 3293 y Nebulosa Gabriela Mistral (NGC 3324)
Fecha y Hora de disparo: 09/02/2019 23:40:58
Tiempo de exposición: 31 seg
Velocidad ISO: 3200
Método Foco Primario sobre Telescopio Reflector SW 200/1000 NEQ5

NGC 3293, también llamado “Cúmulo de Gemas” ó “Pequeño Joyero”, es un cúmulo abierto en la constelación Carina, descubierto por Nicolás Louis de Lacaille en 1751. Tiene un tamaño aparente de 8,2 minutos de arco lo que se traduce en una extensión real de unos 26,4 años luz, y una magnitud visual de 4,7 lo que lo convierte en un objeto al alcance de binoculares 10x50. Contiene más de 100 estrellas con un brillo que supera la magnitud 14, siendo las más brillantes supergigantes azules jóvenes de magnitud aparente 6,5-6,7. También puede verse a V361 Car (SAO 238228-TYC 8613-1280-1) una estrella variable pulsante, supergigante roja, de magnitud 7,20, que agrega una bonita nota de color al cúmulo.
Distante entre 8000-9000 años luz, este cúmulo es extremadamente joven hablando en términos astronómicos. Sus estrellas componentes tuvieron su origen en dos momentos. El primer grupo, al que pertenecen las estrellas más rojizas, se formó hace 20 millones de años, y el segundo hace solo 5-6 millones de años. A este último grupo de formación estelar pertenecen las estrellas más azules del cúmulo. Solo por comparar, considérese que la edad de nuestro Sol es de 4500 millones de años!!!!



A unos 30 minutos de arco al Sur de NGC 3293 nos encontramos con una región HII denominada IC 2599 excitada por el cúmulo abierto NGC 3324; al conjunto se lo conoce como Nebulosa Gabriela Mistral, en homenaje a la poetisa chilena (1889-1957) ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1945. En la fotografía se puede ver que, por un capricho nebuloso, el borde norte del muro de gas y polvo adopta la forma del perfil de un rostro humano, siendo la protuberancia central la parte que correspondería a la nariz.
La Nebulosa Gabriela Mistral está situada a7200-7500 años luz en la esquina noroeste de la constelación de Carina, su tamaño aparente es de 20 minutos de arco y una magnitud visual de 6,7. Hace varios millones de años, el rico deposito de gas y polvo en la región de NGC 3324, favoreció una intensa tasa de nacimiento estelar que provocó la creación de varias estrellas pesadas y muy calientes cuyos vientos estelares y enorme radiación ultravioleta generan el brillo rojo característico de la nebulosa.
Hacia el ángulo superior izquierdo de la foto puede observarse a la estrella roja HIP 52127, una doble ubicada a 648 años luz, que no pertenece a la nebulosa descripta, y un arco nebuloso rojizo perteneciente al borde de la nebulosa Eta Carinae.




sábado, 9 de marzo de 2019

8 de marzo de 2002: Nacimiento de Achernar-Difusión de la Astronomía

Por Claudia C. Pérez Ferrer, su Directora

Hace exactamente 17 años, al ser invitada por una radio FM con motivo del Día de la Mujer (Radio Residencias) junto a otras mujeres para hablar de nuestras tareas y problemáticas por ser mujeres, di por primera vez a conocer, la formación de esta agrupación no formal, (luego de disuelta por diversos motivos la anterior) y nombre, destinada a acercar la astronomía a todo el mundo, como suelo decir, “en forma amena, pero no por ello menos rigurosa”.

La idea desde un principio, fue la de ayudar y compartir, más que “enseñar”.
Se puede aprender frente a un pizarrón, pero también como lo hacían los antiguos filósofos griegos, caminando por los jardines.
Un poco esta fue nuestra idea.

Pero claro, ahora, visto en el tiempo y en este cambio cultural sobre el papel de las mujeres, veo la cantidad de cosas que tuve que soportar estoicamente.
Desde dudar de mi capacidad para llevar adelante la dirección de una agrupación, o soportar el trajín de la actividad, a, y desde ya, la capacidad para la creatividad u organización de eventos astronómicos.

A esto debemos sumarle, hombres que asumiendo su “mayor capacidad” y con diversas metodologías intentaban sacarme del Museo de Ciencia Naturales, en dónde estaba a cargo del Planetario, alrededor del cual, giraban un sinnúmero de actividades (observaciones, charlas, talleres, cursos breves, certámenes y varios etc. más) para ocupar ellos con sus agrupaciones (la mayoría ya desaparecidas) mi lugar.
Algunos con la gran “generosidad” de tener ya previsto darme un cargo en caso de asumir ellos la tarea en el Museo (evidentemente, en algo les sería útil), otros con impertérrita cara saludándome en el hall del propio Museo, casi hablando de bueyes perdidos, como si nada pasara, mientras venían de presentar la propuesta para desplazarme del lugar, o aquel otro, que pensándose muy “inteligente” envió a un grupo de jóvenes a preguntarme a mí (si, a mí) cual era el mejor lugar para emplazar un observatorio y planetario en la ciudad, “sólo para un proyecto estudiantil”.

Como mi trabajo era valorado en el Museo, dichas propuestas no resultaban tentadoras y no veían razón para cambiar uno por otro, por lo que, y como suele suceder, echaron a correr el rumor de que yo permanecía allí sólo por ser “amiga” de fulano y/o de mengano.
Lo de siempre…

También me viene a la memoria, el día en que brindando un simple curso introductorio sobre astronomía observacional, con motivo de la Semana Mundial de la Astronomía, un hombre (al que tiempo después pude reconocer y ubicar perfectamente de qué agrupación venía) me interrumpió varias veces, hasta levantarse ante el estupor de los presentes, tomar de mi mano la fibra y llenar un pizarrón de números “para explicar los puntos de Lagrange”.
No comprendían ellos ni la falta de respeto, ni lo desubicado de sus “enseñanzas” en un curso más que básico de astronomía observacional, me comentaron cuando se fue. O aquellos tres hombres mayores, que venían a las reuniones semanales de astronomía e indefectiblemente terminaban hablando de otra agrupación.

Nunca lo hice y no me gustaba, así que a la tercera vez, cuando llegó el primero de ellos, aprovechando que no había más presentes para evitar tensiones, le aclaré que allí nos reuníamos para hablar de astronomía, no de lo que hacían o dejaban de hacer los demás. Para comenzar, no era ético.

Insistió diciendo que lo que pasaba es que en el otro grupo “había buenas actividades pero mal llevadas adelante, que ‘nosotros’ podíamos hacerlo mucho pero mejor”. Me enojó.
Le dije que no me interesaba saber qué hacían los demás y menos, imitarlos. La astronomía es tan amplia que no hay por qué hacer lo mismo, que ya tenía claras mis metas, estilo y objetivos.

No puedo olvidar su cara de desconcierto preguntándome en tono desilusionado: “Pero… ¡¿por qué no?!” (demostrando que, evidentemente, para ellos era lo más natural). Aunque no lo crean, no volvieron a venir ninguno de esos tres hombres a las reuniones o actividades.
Se los tragó la Tierra.

La lista podría continuar, pero también hay que hablar de lo positivo y debo agradecer a todos aquellos que valoraron la tarea y confiaron en mí para llevarla adelante. Por el respeto con el que me han tratado, en lo personal y como agrupación.



A la gente, que fue acercándose y a lo largo de estos años compartió muchas cosas, propuestas y actividades. Juntos sufrimos ante los cielos nublados y la frustración de la lluvia ante un eclipse u otro evento a observar y la inmensa alegría de todo lo que sí pudimos ver, en familia, con amigos.

A los medios, que paulatinamente fueron confiando en nuestras informaciones, datos y actividades hasta el día de hoy, 17 años después. Por el respeto por la tarea que llevamos adelante. En esta oportunidad, ante los 17 años de Achernar, opté por mencionar estas cosas, que nos pasan a todas.
Que las sufrimos y llevamos adelante a diario lo mejor que podemos.
Algunas más sutiles, otras más agresivas y no pertenecen sólo al ámbito astronómico, nos son comunes a las mujeres.

Por ello, este año, además de celebrar los 17 años de Achernar, intento hacer una reflexión sobre las pequeñas-grandes cosas que vivimos a diario las mujeres. Algo está cambiando, por suerte, en la sociedad mientras, Achernar sigue adelante y creciendo junto a todos ustedes.

Gracias.