martes, 28 de mayo de 2019

Un eclipse de sol, hace 100 años...

Sir Arthur Eddington

Permitió demostrar que los planteos de Albert Einstein en su Teoría de la Relatividad, estaban en lo correcto.


Efectivamente, el 29 de mayo de 1919 se produjo un eclipse total de sol, que se propusieron observar desde diversos puntos del planeta para corroborar la Teoría, ya que el sol se encontraría frente a las estrellas del cúmulo abierto Las Híades (de la constelación de Tauro, integrado por unas 400 estrellas y ubicado a unos 150 años-luz de nosotros) gracias a ellas podría medirse la posición de sus componentes para comprobar si efectivamente el “peso” del sol deformaba el espacio a su alrededor desviando la luz de las estrellas haciendo que se viesen corridas del lugar en el que deberían verse.

Obviamente, en forma infinitamente sutil, lo que requeriría de meticulosos cálculos.

Si bien existieron varios intentos en los años precedentes, de obtener fotografías durante el transcurso de eclipses solares totales, desde diversos puntos del planeta, ninguno pudo concretarse, siendo el de las expediciones de Eddington a Isla Príncipe y británica a Brasil, las primeras que permitieron obtener resultados mesurables.

El físico y astrónomo británico Sir Arthur Eddington es protagonista en esta historia, ya que él, se dirigió a una plantación de cacao en la Isla de Príncipe, frente a la costa oeste de África, más exactamente a Guinea Ecuatorial, para observarlo y fotografiarlo desde allí, mientras que otro grupo de dos astrónomos británicos, se dirigió a Brasil. Pero hagamos primero un poco de historia. (Solo un poco, para no hacer de esto un libro.)

La cadena de sucesos comenzó cuando el astrónomo, físico y matemático especializado en cosmología neerlandés Willem de Sitter, (1872 -1934) tomó de inmediato la nueva Teoría de la Relatividad y la aplicó a problemas astronómicos, presentando en 1916 el primero de tres ensayos, para su posible publicación en la revista de la Royal Astronomical Society. (RAS)




Casualmente, quién era secretario y encargado de buscar en la RAS, a las personas que debían revisar los trabajos recibidos para publicar era… Eddington.

Por problemas políticos del momento, (nada menos que la Primera Guerra Mundial, julio 1914 – noviembre 1918) los ingleses no tenían muchas ganas de ver nada que viniese de alemanes (Einstein), así que finalmente, el propio Eddington cuáquero y pacifista, tomó personalmente la tarea de revisar los trabajos. Quedó impresionado.

Muchos cosas ocurrieron luego, como observaciones frustradas y dificultades debido a la guerra, pero finalmente, se organizó la siguiente observación, para el eclipse solar del 29 de mayo del ’19.

Ese día en Isla Príncipe el eclipse comenzó y aunque tenían todos los equipos listos no podían utilizarlos. No había modo de ver el sol.

Como suele pasar y siguiendo las mejores “leyes de Murphy”, cuanto más importante sea el evento astronómico mayor posibilidad de que esté nublado… algo que se dio, no solo con nubes, sino, con lluvia. 


Imaginamos que el intenso deseo logró que llegando al momento de la totalidad, se hicieran un par de huecos entre las nubes, de modo que pudieron obtener dos placas radiográficas con las estrellas de fondo buscadas. 

Eddington, no podía contener la curiosidad y por temor a verse complicado a su regreso (por haberse declarado objetor de conciencia y no querer ir al frente de combate, podría ir a un campo de trabajo) de modo que durante el viaje en barco de regreso al Reino Unido realizó los cálculos viendo que efectivamente, las estrellas mostraban un corrimiento de 1,75 segundos de arco, lo suficiente para demostrar que la teoría de Einstein era correcta y habría escrito:
Tres días después del eclipse, cuando alcancé las últimas líneas de los cálculos, supe que la Teoría de Einstein había superado la prueba y que la nueva imagen del pensamiento era la que prevalecería

El grupo de Brasil fue más paciente y aguardó a su regreso a Inglaterra, con el material para su cálculo. Obviamente, que una vez realizados, confirmaron los resultados obtenidos previamente por Eddington.


Si bien en las ciencias, se requieren varias observaciones, en diferentes momentos y grupos, cuyos resultados coincidan, como para poder dar algo por cierto, se reconoce a Eddington como el primero (junto al grupo británico) en concretar la primera observación y medición que confirmó lo que hoy se conoce como la curvatura del espacio-tiempo, calculada por Einstein en su Teoría de la Relatividad.

Recién el 6 de noviembre de ese año, el astrónomo real británico y Director del Real Observatorio de Greenwich y experto en eclipses de sol, Frank Dyson (1868-1939) que fuera el organizador de las dos expediciones -a Isla Príncipe y Brasil- para la observación del eclipse solar, realizó la publicación oficial del informe con los resultados del trabajo.



Dentro de poco más de un mes, un eclipse de sol será visible desde Argentina y Chile y cabe acotar, que desde el Observatorio Nacional de Córdoba (Córdoba, R. Argentina) se intentó realizar mediciones con anterioridad a esto, historia más extensa, escrita por el Profesor Santiago Paolantonio, que pueden leer completa, en un artículo del año 2011:

http://www.unciencia.unc.edu.ar/2011/noviembre/el-primer-intento-para-verificar-la-teoria-de

Por ello, se celebran en todo el mundo, los 100 años del eclipse solar que cambió el modo de ver al Universo.


Fotos: (CC BY-SA 3.0) grupal, Einstein, Ehrenfest, Willem de Sitter, Eddington, y Lorentz en Leiden (1923)

El resto de uso público

sábado, 4 de mayo de 2019

Cuando no eran comunes


Por Claudia Pérez Ferrer.

Las tablet, celulares -y menos con "aplicaciones"- o las notebooks, algo tan simple y antiguo como un libro se convertía en la herramienta ideal e indispensable.

Ya que se está desarrollando en la ciudad de Buenos Aires la Feria del Libro, decidimos compartir la imagen de un libro, que no es cualquier libro. Se trata nada más ni nada menos que la "Guía de campo de las estrellas y los planetas" de Menzel y Pasachoff, tal como muestra la fotografía. Libro buscado, codiciado, anhelado, soñado, hace años, por los aficionados a la astronomía.

Pese a lo que pudiera pensarse en un primer momento al verlo, no está mal tratado, por el contrario, es que fue/es muy utilizado por mí (Claudia) desde que me lo obsequió mi familia para un cumpleaños, hace la friolera de 24 años.

Este libro, ya algo maltrecho, me ha acompañado en viajes, noches de observación, rápidas consultas, brindando talleres, en la cama como lectura antes de dormir o mientras escribía/bo un artículo o esbozo una charla.

Tiene la gran ventaja de no requerir internet, ni por cable ni WiFi, tampoco electricidad y no se le termina la batería. Tampoco hay que temer un corte de luz antes de "guardar el trabajo" ya que con un simple señalador -hasta improvisado con hilo o trozo de papel- es suficiente para saber en qué quedamos.

Cuando aún ni se pensaba en cosas como el hoy tan popular Stellarium, de la mano de este libro aprendí a descubrir y conocer el cielo. A ubicarme reconociendo constelaciones, estrellas, planetas, obviamente la Luna y demás objetos como cúmulos y nebulosas, cosas que observaba maravillada, a través de mi, también regalo familiar, primer telescopio: un pequeño refractor de 60mm de diámetro que hoy se ve como una roja ave zancuda, con su trípode retráctil de simples varillas cilíndricas.

Obviamente que aún lo conservo, al igual que el maltrecho, pero no mal tratado libro, al que hoy quise homenajear, con el pretexto de la Feria del Libro: la "Guía de campo de las estrellas y los planetas" que me abrió las puertas del Universo.